11 diciembre 2025

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Berlín expone las obras más importantes de Gerhard Richter

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Gerhard Richter no acudió esta semana a la presentación de sus cuadros en la Antigua Galería Nacional de Berlín. Sobre el préstamo de obras de su fundación, comentó: «Este es un evento maravilloso para mí y un gran comienzo para nuestra colaboración con Berlín». La primera de sus obras que aterriza en el museo es una de las cuatro que forman el conjunto monumental denominado ciclo ‘Birkenau’, basada en fotografías de un prisionero judío del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en agosto de 1944. Las fotos mostraban guardias, prisioneros desnudos y cadáveres tirados sobre el suelo. El horror solo se puede adivinar en las imágenes de Richter, porque el artista cubrió las fotos con capas oscuras de pintura e hizo irreconocibles los motivos para conservar todo el horror en su memoria. La obra que en su día dividió al mundo del arte alemán y con la que Richter afrontaba una exigencia moral de su generación, se traslada ahora de forma permanente a la Antigua Galería Nacional de Berlín. Le seguirán más de cien piezas con las que la obra de Richter queda definitivamente unida a la capital alemana.

En el ranking del ‘Art Compass’, el pintor de Dresde, que vive en Colonia, ha sido el líder indiscutible durante los últimos 17 años. Sus obras alcanzan regularmente los mejores precios en las subastas. Solamente estos datos servirían para explicar el júbilo que el acuerdo ha causado en Berlín, donde además de las obras de ‘Birkenau’, la tetralogía ‘Grauer Spiegel’, de 2019, se exhibirá inicialmente en la Antigua Galería Nacional de hasta septiembre. También hay programada una gira a Japón que anticipa el enorme carácter lucrativo del proyecto.

A partir de 2023, las obras se presentarán en la recién renovada Neue Nationalgalerie, que se reabrirá el próximo mes de agosto. En términos físicos, las obras de Richter encontrarán un hogar permanente en el futuro Museum der Moderne, que actualmente se está construyendo entre la Filarmónica de Berlín y la Nueva Galería Nacional, planificado por los arquitectos suizos Herzog & de Meuron. Junto con Rebecca Horn y Joseph Beuys, Richter es uno de los pocos artistas para los que hay proyectadas áreas propias y salas de presentación.

La Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, apoyada por los gobiernos federal y estatal de Berlín, celebra el acuerdo con Richter como un éxito. La Ministra de Cultura, Monika Grütters lo ha definido como un «dispositivo de señalización para el museo del siglo XX». Hermann Parzinger, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, a la que pertenece la Antigua Galería Nacional como parte de los Museos Estatales de Berlín, habla de un «punto culminante muy especial» que marca el comienzo de una estrecha colaboración con la Fundación de Arte Gerhard Richter.

El precedente de este acuerdo, cuyo efecto se multiplicó por el hecho de que Berlín atraía hasta la pandemia visitantes de todo el planeta, fue la retrospectiva del 80º aniversario de Richter, la exposición individual más exitosa de un artista vivo en Alemania con 380.000 visitantes, que visitaron el Schinkelsaal de la Antigua Galería Nacional en 2012 solo para ver el famoso ciclo de la RAF de Richter de 1988, que ahora pertenece al MoMA de Nueva York, en el que hizo referencias pictóricas a fotos de la historia de la facción terrorista del Ejército Rojo. Richter ha demostrado, por lo demás, su capacidad de forzar a Alemania a la reflexión contemporánea sobre su historia, que supera los ejercicios de confrontación de postguerra. Su ciclo ‘Birkenau’ sorprendió al artista por la polémica que desató en su día y por la acusación de, al estar ilustrando el Holocausto, darle al horror una forma artística.

Los enormes paneles de color están entrecruzados con rayas grises profundas, que interrumpe con islas de color verde y rojo. Richter los ha difuminado a su manera típica. Los documentos fotográficos del ex recluso del campo de concentración, que dieron nombre a la secuencia de imágenes, ahora también están colgados, muy ampliados, junto a las pinturas. Solo configuraron el punto de partida, la primera capa de su pintura. Le siguieron muchas más operaciones pictóricas y de concepto que sugieren hoy al espectador que Richter no se niega tanto a mirar las atrocidades, sino que más bien se niega a interpretarlas.

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